Artículo publicado por Carmen Prada
A menudo escucho y además también comento sobre muy importante dentro de una empresa en la relación retributiva entre el empresario y el trabajador.
En la mayoría de los casos esa retribución es la pactada, la parte material, el sueldo. Pero sin duda se olvida de una que es intangible y que es un motor importante de motivación para el trabajador, el salario emocional.
¿Qué se entiende por salario emocional? El salario emocional es un concepto asociado a la retribución de un empleado en la que se incluyen cuestiones de carácter no económico, cuyo fin es satisfacer las necesidades personales, familiares y profesionales del trabajador, mejorando la calidad de vida del mismo, fomentando la conciliación laboral.
Pueden ser tales como:
- disponer de un desarrollo personal y profesional dentro de la empresa;
- que exista un buen ambiente de trabajo;
- valores implantados en la propia empresa acordes a los trabajadores;
- conciliación con la vida personal;
- hacer partícipe al trabajador de la toma de decisiones de la empresa;
- flexibilidad horaria.
Además de mantener motivado al trabajador, se puede lograr alcanzar otro de los grandes objetivos que toda empresa debería buscar, y es el hecho de retener el talento dentro de su negocio. Porque las personas talentosas lo son hasta para valorar y buscar ese salario emocional allá donde exista.
Hasta aquí podemos decir que es un tema del que se habla mucho tanto en Redes Sociales, como en medios de comunicación o en diferentes artículos que muchos de nosotros leemos.
Os hago esta pregunta, ¿el emprendedor y/o colaborador externo, tienen ese salario emocional? ¿Se reivindica la posibilidad de que exista por un trabajo bien hecho una “recompensa” que no solo sea la material?
Cierto, es un tema del que apenas se habla. Se da por hecho que el autónomo es un profesional independiente y que lo mínimo que se espera de él es un trabajo bien hecho. Y me pregunto, ¿no es lo que también se espera de un trabajador por cuenta ajena?
Me gustaría mostraros un ejemplo sobre este tema que recientemente me ha sucedido a mí profesionalmente. He estado trabajando en un proyecto para una empresa que entre la comercialización de diversos productos, uno de producción propia es el café.
En una de mis visitas a dicha empresa, el dueño del mismo, después de mostrarme su satisfacción por el trabajo llevado a cabo hasta ese momento, tuvo un detalle conmigo y no de un gran valor económico, pero sí emocional. Un paquete recién molido del propio café que en su negocio se produce.
Este tipo de detalle puede ser una de las partes de este tipo de salario. Pero, ¿por qué no otros, como pueden ser?:
- hacernos saber la satisfacción por el trabajo bien hecho;
- la recomendación a otros posibles clientes, un modo de abrirnos puertas y ya con una confianza demostrada por otro cliente;
- hacernos sentir como un trabajador más, haciéndonos participar en cenas de empresa, con regalos propios de determinados momentos en el año;
- plasmar en alguna de nuestras redes sociales una recomendación profesional.
¿Por qué es tan importante que tanto trabajadores, colaboradores externos…, puedan alcanzar la satisfacción por un trabajo finalizado con un éxito especial?
Está claro que cualquiera de las figuras anteriormente nombradas reciben su sueldo a final de mes, o en el otro caso la remuneración prestada por la contratación de servicios externos.
¿Por qué no marcar la diferencia y sembrar conciliación dentro del mercado laboral independientemente de la figura que ocupe cualquiera de nosotros?
Y es que esta práctica no solo es una cuestión para grandes empresas o multinacionales. También las pymes se deberían sumar a esta cuestión. No todo es dinero, no todo queda reconocido con bienes materiales. La motivación de los trabajadores repercute positivamente en el desempeño del trabajo dentro de las empresas.
De cada uno de nosotros depende rodearnos de talento. Podemos ser personas conformistas, personas con una perspectiva empresarial vaga, soberbias al pensar que cada uno ya está más que pagado con su sueldo. Pero entonces seguiremos siendo una réplica de otras muchas empresas a las que no les inquieta la fuga de talento, porque no se plantean la inversión no económica pero sí humana, porque en ningún momento se han parado a pensar que para ser una gran empresa se necesita contar con grandes talentos.
Solo éstos te harán mejor…
Carmen Prada | Consultora de Desarrollo Personal y Profesional
*Fuente de la fotografía, Pinterest.com
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