Artículo publicado por Carmen Prada

La vida es un aprendizaje. En muchas ocasiones parece que la semana tiene más de 7 días, dependiendo como vivamos nuestro día a día, pero también nuestras noches.

Cuando por momentos cerramos los ojos, somos capaces de ver lo que con ellos abiertos no conseguimos. A menudo vivimos una vida que no es la nuestra, y por instantes dejamos a un lado la verdadera, la honesta, la auténtica… Contigo y contigo y contigo… ¡aprendí!

Cuando compartimos algo, y no lo hacemos únicamente nuestro, las penas parecen menos penas y las alegrías se celebran como fiestas. De repente ese día, te das cuenta, miras a tu alrededor y observas que te llena una bonita palabra, un gesto, una caricia, una compañía, un amor, un deseo, y es que cada día es una carrera de fondo para seguir aprendiendo.

A veces apagamos la luz, porque queremos sólo sentir… Sentir algo más bello que unas palabras, una caricia que nos recorra todo el cuerpo, algo inconfesable, algo nuestro, que nos pertenece y solo somos capaces de sentirlo, pero en soledad.

Hay momentos para la compañía, pero también los hay para la soledad. La soledad enriquece, nos hace fuertes, ayuda a llegar a la profundidad del pensamiento, de nuestros deseos, y es que nos desnuda. ¿Todo lo que deseamos lo llevamos a cabo? No, apagamos la luz para soñar… Nace un nuevo día y seguimos y seguimos soñando despiertos, sin dar pasos porque el miedo nos amenaza.

Cuántas veces dejamos palabras por decir, gestos convenientes que evitamos , miedos que no pronunciamos, sueños que nos acongojan porque son grandes, acciones inconfesables… Y entonces, cuando todo esto sucede volvemos a necesitar apagar la luz… Y nos llenamos, ¿de qué? De todo aquello que no nos atrevemos a confesar pero nos pertenece. El miedo es legítimo, es nuestro, espeligroso pero por momentos emocionante. Muchas veces nos hace volver a sentir, a mostrarnos vivos, a reconocernos.

¿Quién nos dice entonces que el miedo es malo? ¡Nadie! Muchas veces es necesario sentirlo para reaccionar.

Me llenaré de ti, apagaré la luz únicamente para pensar. Y es que contigo aprendí, ese día que te conocí, amada soledad…

Búscala, llámala, encuéntrate con ella, porque sin la soledad no nos llegaríamos a conocer. No tengas miedo a encontrarte con ella, te enseñará mucho…

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Bella canción, profundiza en ella…

Carmen Prada | Consultora de Desarrollo Personal y Profesional

Imagen, Pinterest.es

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