Lo sé, cuántas veces nos hemos preguntado, ¿quién nos motiva a nosotros los autónomos?

Sí, somos unos luchadores natos, como los espartanos. Somos atrevidos que cada mes asumimos unos gastos de partida, con lo que nuestro balance de cuentas comienza siempre en números rojos, y a partir a ahí a buscarse la vida, sin saber en cuánto tiempo esos números cambiarán de color…

Y es que cada tres meses hay que pagar impuestos, el día 20 muchos sienten pánico y se replantean si seguir adelante o no, y por si fuera poco, ese mes también nos rematan el último día con la cuota de autónomos.

¡Sí, lo sé, este último pasado mes de abril sufrimos de nuevo esa convulsión!

Claro, entonces es cuando comienzan las dudas sobre si seguir adelante, los números no cuadran como nos gustaría, algunos no se hacen ricos a los cinco meses como pensaban, y por otro lado, ¡encima tenemos que pagar los impuestos de las facturas que algunos desalmados aún no nos han pagado!

Entonces, ¿quién nos motiva a nosotros? Me reconozco autónoma, perjudicada en muchos  sentidos por las leyes que se aplican hoy en día para los mismos, pero desde un principio, cuando tomé la decisión de comenzar y dar forma a mi sueño, dejé a un lado los inconvenientes y me centré más en las oportunidades.

Sí, también confieso que he sido asalariada la mayor parte de mi vida laboral. Por ese motivo, creo poder decir que mi balance es bastante objetivo.

Cuando uno es asalariado, piensa en todo lo que puede aportar a la empresa, ideas que pueden proporcionar un crecimiento y desarrollo a la misma…, pero con el tiempo uno se da cuenta que al final, es un número más en una lista interminable en la que la palabra humanidad no existe, y que además otros pueden apropiarse de las mejores ideas.

Un buen día, después de algunas semanas de reflexión e introspección, me pregunté, ¿deseas seguir derrochando tu trabajo, esfuerzo y sacrificio para otras empresas, o te consideras preparada para dar el salto y trabajar para ti misma?

Eso sí, tenía muy claro en qué sería, en las PERSONAS. A lo largo de mi trayectoria profesional las PERSONAS han estado siempre muy presentes en mi vida. Sin duda, me debo a ellas, y precisamente mi arriesgado salto lo he realizado desde la seguridad de tener claro lo que quiero, lo cual ayuda a minimizar el riesgo.

Mi mayor recompensa es lo que hago día a día, poder dedicarme a algo que me apasiona. Esa sensación que tengo cada día al levantarme de ir a disfrutar de lo que hago. Ayudar a personas u orientar a otras. Ese salario emocional que jamás en mi vida había conocido y que no cambio por todo el oro del mundo, porque nada lo paga.

Y es que al final, somos dueños de todo lo que se mueve a nuestro alrededor. Y es cierto, hay una verdad absoluta, y es que nosotros los autónomos, si no trabajamos no producimos. ¿Pero cuántas veces dejamos de producir porque nuestra mente y cuerpo están saturados?

Por eso, hoy aplaudo a todos los que:

  • empezamos el mes en números rojos;
  • convertimos un trabajo en una pasión;
  • disfrutamos con lo que hacemos porque un día así lo decidimos;
  • somos responsables de nuestra propia organización y gestión del tiempo;
  • marcamos nuestros propios objetivos y el hacia el progreso;
  • somos dueños de nuestras ideas, y decidimos si llevarlas a cabo o quedarnos dormidos.

Me surgen muchos más motivos para seguir soñando y luchar por nuestros propios objetivos, solo es cuestión de no seguir martirizándonos y fustigándonos por lo que día a día sufrimos para salvar muchas dificultades. Pero a la vez me pregunto, ¿y si no fuese por todas estas pruebas nuestra capacidad de sacrificio sería la misma? ¡Lo dudo!

Busca tu felicidad, y si esta está en el riesgo y la aventura, no lo olvides, ¡vale más vivir apasionado y con riesgo que sin motivos para levantarse cada día! Te lo dice alguien apasionada de la VIDA.

Ánimo a todos los autónomos que en muchas ocasiones se replantean si su lucha merece la pena.

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